Debo contar que llené una hoja donde nos preguntaban qué platillos comemos y si nos gustan los animales dentro o fuera de la casa o de plano no animales. La verdad, a mí no me gusta cualquier comida y no me gustan los animales dentro de la casa; pero pensé que por un fin de semana no me haría la difícil. Lo único en lo que fui muy selectiva fue en que enfaticé que quería aprender sobre caligrafía y no más ceremonia del té, ni ikebana (arreglo de flores).
Pues sí, mi casa tenía un perro. Pero curiosamente, es del mismo tipo que el de mis tíos de Los Angeles, con los que viví hasta enero. De repente hasta le grité "Burkley!" porque igual que la versión gringa, es muy cariñoso. Éste se llama "Biki". Continuando con la lista de peticiones, me dieron de comer como reina, de-li-cio-so. Además, mi casa tiene un piano, así que aproveché para tocar las primeras notas del Vals de Amélie, que es lo único que puedo hasta ahora.
Después, ¡clase de caligrafía! "Casualmente" (¿existe la casualidad?) mi mamá toma clase de caligrafía, así que me enseñaron cómo escribir mi nombre en Kanji. Esto funciona más o menos así: se escoge el significado más hermoso de cada sílaba. Mi nombre es "ra=bien", "u=ser".
En la noche, preparamos mi futon, que es una cama sobre el suelo y mi mamá me explicó algo muy curioso. Dijo que debo poner la cabeza hacia el sur porque los muertos la tienen hacia el norte. Me llamó la atención porque hace casi un mes empecé a dormir del lado opuesto de la cama, con la cabeza hacia la ventana en vez de la cabecera. Hoy voy a investigar dónde está el sur...
Hoy me levanté tardísimo, a las 9am, y me dieron un desayuno fabuloso, con pescado fresco y sopa de aguacate, para recordar México. Me llevaron a la montaña a visitar el atélier de un artesano de cerámica, que por cierto vivió 7 años en Los Angeles. Tomamos té con una vista maravillosa.
Cambio y fuera, me voy a cenar antes de que cierren la cafetería...
1 comentario:
padrisimo!
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