Este fin de semana fui a Tokyo con varios amigos. Como siempre, fue muy interesante, pero ahora sólo voy a contar mi parte favorita. En la última noche queríamos dormir en un hotel cápsula, que según sé, es una especie de sarcófago donde te guardan, tipo Alien el 8vo pasajero. Por la novedad y para quitarme otro miedo: la claustrofobia.
Llegamos con el último tren a la estación de Ueno. Jamás había visto un lugar así: lleno de hombres durmiendo en el piso con sus cartones y periódicos. De plano le llamamos "Homelesslandia". Estuvimos por un buen rato buscando cápsulas, pero todas eran exclusivas para hombres. Así que a las dos de la mañana decidimos dormir tal cual en Homelesslandia, con la cara sobre el suelo y la luna de cobija.
Recordé a mi querida Doña Pili, que tantas noches pasó durmiendo sobre cartones junto al General Anaya, esperando a tomar el primer metro, después de trabajar en los banquetes. Hoy hablé con ella y le conté.
Cuando llegué a dormir en mi cama, me di cuenta -nuevamente- de lo afortunada que soy en tantos sentidos. La experiencia fue de lo mejor.